El otro día salí pronto de casa. Muy pronto. Hacía mucho frío.
A las 7:30 me dirigí a la parada del autobús para bajar a Madrid.
Cuando llegué me encontré con una cola enorme de gente esperando el bus.
Señores con maletín, un chico desayunando algo así como una concha de la marca Codan (que es un bollo de esos venenosos que come mucha gente), un señora intentándose maquillar, más señores con maletín, más señoras con maletines de señora y gorro y bufanda.
Todos allí, a 40 kilómetros de Madrid esperando el autobús a las 7:30.
Tambaleándome por el sueño, me pregunté si todas estas personas no tendrían algo mejor que hacer a esas horas, como por ejemplo dormir.
domingo, 1 de febrero de 2009
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