Paseando por la calle acabo de oír la siguiente conversación entre una niña de 8-9 años y su padre:
¿Sabes papi? Tengo un arma secreta.
¿Un arma secreta?
Sí. ¿Quieres saber cuál es?
¿Cuál es?
Tú. Mi arma secreta eres tú.
Y me alejé con la esperanza puesta en que ese padre esté a la altura de las circunstancias.
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