sábado, 18 de junio de 2011

la vida

Hablo con mi madre por teléfono. Está desesperada, no sabe que hacer con su vida.

Como todos.

Nadie sabe que hacer con su vida.
Y mientras nos lo pensamos va pasando el tiempo y nos morimos y se acabó. Esa es la vida. No da para más.

Algunos entretienen la espera escribiendo, grabando canciones, mirando la televisión, poniendo ladrillos. Se entretienen mientras deciden que hacer con sus vidas y se mueren y se acabó.

Yo ahora escribo esto y bebo una botella de vino verdejo baratísima del Mercadona. El vino se llama Apoteosis. Y pienso que es un gran nombre para un vino tan barato. Y se me ocurre que quizá debería pasar el resto de mi vida bebiendo este vino tan barato porque tiene un nombre que merece la pena.
Así hasta palmarla.
"Murió bebiendo una botella de Apoteosis"

Voy a comprar 20 cajas de este vino ¡qué cojones! voy a comprar 100 cajas o 1.500 cajas de botellas de este vino. Este verdejo es de puta madre, entra en sangre a la velocidad de la luz; con cada sorbo sube mi euforia y mi mareo, con cada sorbo me acerco más a mi muerte, con cada sorbo veo más a dios que me señala con el dedo y me dice "ese vino lo quiero yo para mí, para convertirlo en la sangre de mi hijo" y yo le enseño el dedo del medio y le digo que se vaya a tomar por el culo, que este vino es mío, que me lo he pagado yo con mi tarjeta de Caja Madrid.

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